Competencias distintivas de un emprendedor

Competencias distintivas de un emprendedor
La formación en competencias clave del emprendimiento aporta los rasgos básicos que definen a los buenos emprendedores y es clave para alcanzar el éxito

Ser emprendedor es mucho más que tener una idea innovadora para desarrollar. Hay una serie de competencias que se deben adquirir para que ese proyecto pueda llegar a buen puerto. Los expertos de distintas disciplinas han abordado la cuestión para establecer cuáles son y en qué consisten esas competencias clave del emprendimiento.

Es importante conocer estas características para orientar la formación de quienes pretenden abrirse camino en el complejo mundo empresarial.

La personalidad del emprendedor

Un primer acercamiento lo puede aportar la psicología, que ha abordado las características que suelen estar presentes en la personalidad de los emprendedores. Se ha estudiado la disposición a asumir riesgos, el locus de control interno, la autoeficacia general y la proactividad.

1. Disposición a asumir riesgos

Esta cualidad se define como la preferencia por las situaciones que pueden aportar recompensas cuando se alcanza el éxito, aunque existan perjuicios importantes en caso de fracaso.

El riesgo no es problema, ya que es un factor intrínseco a la creación de un nuevo negocio. Esto no significa que los emprendedores sean temerarios o imprudentes. Los pasos que dan se calculan teniendo en cuenta esos riesgos, que se deben estudiar minuciosamente.

Los dos tipos de riesgo a los que se enfrentan los emprendedores al crear su empresa se han denominado ‘hundir el barco’ y ‘perder el barco’.

  • Hundir el barco: se refiere a lo que puede ocurrir si la idea de negocio no fructifica. Puede deberse a que el proyecto empresarial es pobre, a una mala planificación, a que el mercado ya esté saturado, a precios inadecuados o a que las políticas de marketing y distribución sean inadecuadas.
  • Perder el barco: es el miedo a perder la oportunidad de aprovechar un momento. Sucede cuando el emprendedor retrasa demasiado la creación de la empresa y los competidores se anticipan o el mercado cambia. Esa buena oportunidad se puede perder por lo que se conoce como ‘la parálisis por el análisis’, es decir, por dedicar demasiado tiempo a estudios de mercado y otras investigaciones comerciales.

2. ‘Locus’ de control interno

El concepto de locus de control hace referencia al grado en el que alguien considera que el éxito o el fracaso dependen de sí mismo. En latín, locus significa lugar y, en este caso, se trata del lugar en el que una persona sitúa el control de una situación.

El locus de control es externo cuando las consecuencias, positivas o negativas, no tienen relación con la propia conducta. Se deben al azar, la suerte o elementos ajenos. Pero los emprendedores ven su vida de otra manera.

Las investigaciones han encontrado que los emprendedores se diferencian de las personas que trabajan por cuenta ajena en que su locus de control es más interno. Esto supone que perciben los sucesos como algo relacionado con sus características personales o con sus acciones.

El locus de control interno también se ha relacionado con la disposición a asumir riesgos, la característica comentada anteriormente. En concreto, se ha visto que las personas que se sienten responsables de las consecuencias subestiman la probabilidad de fracasar. Esto aumenta su tendencia a elegir opciones más arriesgadas. Sin embargo, a medida que se adquieren experiencias, los emprendedores pueden ir modificando esa predisposición.

3. Autoeficacia general

Este concepto pertenece a la Teoría Social Cognitiva y se refiere a las capacidades para organizar y ejecutar acciones con las que gestionar futuras situaciones. Las personas pueden tener distintas creencias sobre su eficacia en diferentes ámbitos, pero los emprendedores suelen entender la autoeficacia como un rasgo general de su personalidad.

En este sentido, la autoeficacia hace referencia a la confianza en la destreza propia para afrontar distintos retos. Es un rasgo estable y muy general. Los emprendedores con una alta autoeficacia se sienten más seguros y se implican más en las tareas cuyo éxito les aporta mayor reconocimiento. Se consideran capaces de alcanzar esos logros en mayor medida que quienes no disponen de ese rasgo. La autoeficacia evita el temor al riesgo y hace que los emprendedores se centren en los beneficios que presentan las oportunidades.

4. Iniciativa o proactividad

La proactividad es una característica personal que también define a los emprendedores. Se entiende que una persona es proactiva cuando actúa, anticipándose a los problemas. Es lo contrario a la reactividad, que es una respuesta que se da como una reacción a un suceso.

En las conductas de los emprendedores se pueden encontrar algunas evidencias de esta actitud proactiva:

  • Buscan nuevas oportunidades constantemente, aunque no estén relacionadas con su modelo de negocio.
  • Logran sacar adelante su proyecto de negocio superando los obstáculos.
  • Lanzan nuevos productos o servicios anticipándose a la competencia.
  • Establecen estrategias para eliminar procedimientos que pueden llegar a dañar el negocio.

Además, las personas con iniciativa se caracterizan por disponer de, al menos, estas cinco características:

  • Son consistentes con la misión de su empresa o negocio.
  • Tienen una visión a largo plazo.
  • Se centran en desarrollar acciones y se dirigen hacia objetivos.
  • Persisten cuando se enfrentan a contratiempos.
  • Actúan por sí mismos.

Competencias prácticas de los emprendedores

Además de la psicología, en el ámbito de la formación empresarial se han establecido unas características generales que definen a los emprendedores de éxito.

1. Utilizar la investigación

Es la tendencia a buscar datos reales que permitan dar soluciones a los problemas. Los buenos emprendedores aprovechan las investigaciones, en especial, las que sirven para desarrollar sus capacidades.

2. Aprovechar las oportunidades

Los emprendedores están pendientes de aquellos retos que pueden surgir, no solo de sus propios proyectos. Saber identificar las oportunidades es una cualidad útil si luego se aprovechan.

3. Ser resilientes

Tener la capacidad de resistir las adversidades sin sufrir daños es un gran paso para poder superarlas. Además, es una actitud que aporta fortaleza ante los futuros problemas.

4. Tener una visión global

Una visión holística permite tener en consideración todos los factores que rodean al negocio. Esta perspectiva ofrece más información y sirve para alertar sobre posibles riesgos.

5. Ser adaptativos

La capacidad de adaptarse a los cambios asegura la supervivencia. La idea inicial del negocio puede ir mejorándose a medida que se pone en práctica. El emprendedor debe ser flexible para saber adaptarse a un entorno cambiante.

6. Saber comunicarse

La comunicación es vital para el éxito. Es necesario saber transmitir a los socios, colaboradores, empleados, proveedores o clientes. Ser didáctico, claro y persuasivo son cualidades que ayudan a la buena comunicación.

7. Aplicar el pensamiento crítico

Un rasgo esencial del buen emprendedor. Las cosas no se hacen por que sí ni por seguir una tradición, hay que analizar las razones y encontrar la mejor manera de solucionar los problemas. No esta de más cuestionarse a uno mismo y practicar la autocrítica.

8. Actuar de forma ética

No todo vale para alcanzar un fin. Los proyectos deben construirse de forma sólida, transmitiendo confianza a todos los implicados. Es importante mostrar un comportamiento ético y de respeto desde el primer momento.

9. Tener capacidad de negociación

Un buen emprendedor debe saber desenvolverse en las negociaciones para alcanzar acuerdos. Esto afecta a la plantilla y socios, pero también a todos los agentes externos al negocio.

10. Tener liderazgo

Otro rasgo que se puede potenciar, adquirir y mejorar es el de liderazgo. Es una de las características más importantes, porque sirve tanto para organizar el trabajo como para dirigir a los trabajadores.

El liderazgo no es una cualidad uniforme. Hay diversos estilos de liderazgo y algunos son más útiles que otros. Algunos de los tipos de liderazgo más conocidos y utilizados son el liderazgo autocrático, el delegativo o laissez-faire, el transaccional, el democrático o el transformacional.

Cada tipo de liderazgo tiene sus ventajas y sus inconvenientes. El buen emprendedor debe adoptar el estilo que mejor se adapte a su modelo de negocio, pero sin olvidar sus propias características personales.

11. Fomentar el espíritu de equipo

El negocio no puede crecer sin un equipo cohesionado. La capacidad de ser líder no sirve de nada si no se logra organizar el trabajo de la plantilla y debe hacerse de una forma en la que todos se sientan útiles.

12. Saber gestionar

Un buen emprendedor debe ser un buen gestor. Es importante gestionar el tiempo, el espacio de trabajo, las prioridades de actuación y el equipo humano antes mencionado.

La formación permanente

En resumen, un emprendedor debe dotarse de un buen número de competencias para mejorar su desempeño y sacar adelante su proyecto. Algunas de estas capacidades se dirigen a entender y controlar el entorno, como la capacidad de análisis y de gestionar los riesgos. Otras tienen más que ver con la personalidad, como el liderazgo, la visión y las habilidades comerciales.

Hay quien considera que ser emprendedor es sinónimo de ser empresario, pero esto no es así. Se puede crear una empresa y no tener las cualidades que definen a los emprendedores.

Muchas de estas características se pueden mejorar con la debida formación, lo que implica una última cualidad: la de estar en formación permanente. El emprendedor debe estar siempre al día de las innovaciones y mejoras que puede aplicar a su negocio, pero también sobre aquellas que le afectan de manera individual.

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